¿Cómo afecta la acústica a nuestro desempeño?

Los humanos somos una obra maestra de la anatomía. Solo tenemos un pequeño error. Nuestros oídos están atentos las 24 horas del día, los 7 días de la semana. El más mínimo ruido penetra desde nuestros oídos hasta nuestro cerebro y requiere a veces más y a veces menos de nuestra memoria de trabajo. En principio eso no sería un problema. Pero cada día nos enfrentamos a una variedad de ruidos diferentes. Para no perder la cabeza, nuestro cerebro es un maestro en el filtrado. Los sonidos que son relevantes para nosotros se procesan, provocan reacciones o se almacenan. Podemos “ignorar hábilmente” los que no son importantes. Sin embargo, todavía necesitan recursos.

El nivel de ruido en la oficina.

Hoy en día estamos expuestos a mucho ruido porque constantemente nos bombardean con diferentes sonidos. Además, el nivel de ruido en la vida cotidiana ha aumentado significativamente en las últimas décadas. Calles llenas de coches, ruido de aviones, publicidad y mucho más se han convertido en parte integral de la vida. La mayor parte de lo que escuchamos no nos afecta directamente, simplemente nos acostumbramos.

Hoy en día, el día a día en la oficina también se caracteriza por un cierto nivel de ruido. Llamadas telefónicas de las personas sentadas a tu lado, la impresora, la fotocopiadora, el aire acondicionado o el ventilador, tal vez una radio todavía esté sonando. Se vuelve muy ruidoso muy rápidamente, especialmente en oficinas de planta abierta. Esto tiene un impacto enorme en nuestro bienestar y salud. Se estima que el rendimiento de los empleados disminuye entre un 5 y un 10 por ciento en entornos de oficina ruidosos, siendo las conversaciones el mayor factor perturbador. Nuestro cerebro logra bloquear muchas cosas mediante efectos de habituación, pero las conversaciones no son una de ellas. El procesamiento del lenguaje en el cerebro funciona de forma continua y, por tanto, requiere energía.

El sonido y sus efectos.

La exposición permanente al sonido se está convirtiendo cada vez más en un factor de estrés, primero para el cerebro y luego para el sistema nervioso en general. Por lo tanto, no se deben subestimar los efectos.  

Mientras tanto, el tinnitus y la pérdida de audición se convirtieron en enfermedades generalizadas y la “pérdida de audición inducida por el ruido” fue reconocida como una enfermedad profesional. Pero además de los efectos físicos, no se pueden pasar por alto los psicológicos.

La exposición prolongada al ruido puede provocar falta de concentración, trastornos del sueño, enfermedades circulatorias, hipertensión arterial, problemas de aprendizaje e incluso enfermedades psiquiátricas.

Entonces, si las empresas quieren empleados motivados y eficientes, el café y un plato de fruta gratis no son suficientes. Es necesario contrarrestar el agotamiento provocado por los niveles de ruido constantemente elevados. Los espacios de trabajo deben contar con determinadas medidas estructurales que impidan el desarrollo de ruido. Si las opciones se han agotado o una empresa ya no puede influir en el método de construcción, las soluciones acústicas móviles como paneles de pared o techo, tabiques y similares pueden proporcionar alivio.